martes, 25 de octubre de 2011

lo siniestro


La cuestión de lo siniestro es una de las grandes cuentas pendientes de la filosofía. Schelling intentó enfrentar el problema de una dilucidación estrictamente filosófica del concepto, pero luego de proponer su famosa definición, desistió y pasó a otro tema. 


Dijo Schelling: "Lo siniestro (das Unheimliche) nombra todo aquello que debió haber permanecido en secreto, escondido, y sin embargo ha salido a la luz". 


En 1906, Ernst Jentsch escribió un ensayo sobre la psicología de lo siniestro que sirvió de inspiración a Freud para producir, en 1919, su famoso "Das Unheimliche". Freud comienza el ensayo aclarando que no es común que la psicología se ocupe de cuestiones de estética. 


El problema de lo siniestro debe ser abordado desde la estética, supone Freud y no se equivoca. Acaso una investigación de la ontología de lo siniestro sea una aventura demasiado espantosa, un auténtico descenso a los infiernos como el que proponía Plotino a quien quisiese conocer la verdadera naturaleza de la materia, el Primer Mal. 


La estética es la rama de la filosofía más afecta a la metáfora y la metonimia y quizás por esto la más indicada para aventurarse a elucidar el problema de lo siniestro. 


De alguna manera lo siniestro ya acechaba en la región de lo sublime explorada por Burke y por Kant, en la experiencia inquietante y abrumadora de lo desproporcionado, de lo informe, de lo oscuro, del mar embravecido y de los acantilados rocosos. Los griegos lo experimentaban en las epifanías terroríficas de sus dioses, los judíos en la prohibición de nombrar a Dios, los cristianos en la provincia de los demonios.


Freud nos menciona, que: “Se llama siniestro (Unheimlich) a todo lo que estando destinado a permanecer en el secreto, en lo oculto, ha salido a la luz”.
Gracias a un análisis filológico exhaustivo, Freud descubre la clave para comprender lo siniestro. En alemán, unheimlich (literalmente, "inhóspito") quiere decir muchas cosas, tan generosa es la semántica de este término que en su definición incluye también a su mismísimo antónimo: heimlich. 


Heimlich puede referirse a algo que nos resulta familiar, agradable, pero también a algo que está oculto, a algo unheimlich. Un miedo de la infancia que hemos olvidado y que vuelve a asolarnos con su terrible rostro familiar, el cadáver de un ser amado, que a un tiempo es y no es la persona que quisimos. 
Se entiende entonces que lo siniestro genere atracción y repulsión a la vez, miedo y familiaridad, comodidad e incomodidad. Pero todo esto dice muy poco, es preciso buscar las huellas de lo siniestro en el arte.



Lo siniestro, es sinónimo de ominoso pero además, es lo tétrico, lo sombrío, fúnebre, 
macabro, lo perverso.
Desde lo espeluznante, lo enloquecedor. Desde  lo inicuo lo infame, inmoral, 
humillante, ultrajante. Y desde lo absyecto lo vergonzoso, indigno, degenerado 
y ofensivo. La noción de lo siniestro legada del mundo griego pareciera ser neutra,
no estar inmersa en un tablero de concepciones ni entrecruces morales.




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